La burbuja se desinfla
Si te preguntas cuales son los pilares de la economía de tu país enseguida verás que en Europa no destacamos especialmente en ninguno. Si acaso, el sector turístico y el inmobiliario han marcado la última década, pero convendrás conmigo que el primero está muy desequilibrado geográficamente, sol y playas levantinas exclusivamente, y el segundo…, bueno, el segundo ha estado más repartido y a todos nos ha alcanzado en esa cruzada voraz de mercantilismo y empeño por liberar el capital oculto que necesitaba una identidad contable.
Ahora, el segundo se retrae, ya ha agotado su rentabilidad y nos toca colaborar frente al desplome. Deja tras de sí un panorama desolador, ha agotado todo el suelo edificable y más allá de las reservas de futuro razonables. El país, nuestra población, tiene un crecimiento limitado, y se ha edificado sobradamente para albergar a varias generaciones futuras. Hasta ayer mismo, hay despistados que aún siguen jugando a las casitas, las viviendas andaban pasando de un especulador a otro. Ahora ya son patata caliente y se va a quemar el último distraído que la aguante.
Ahora en el sector de la construcción le tocará tirar del carro nuevamente al estado, ya lo ha hecho otras muchas veces, pero esta vez será diferente, ahora ya no tenemos fondos de la Comunidad Europea para gastar, ahora cada euro que se invierta en apagar el fuego saldrá de nuestros impuestos, de nuestros bolsillos.
No se de que nos extrañamos, todo el dinero sale de nuestros bolsillos. ¿Quién sino la economía doméstica hipotecada ha sufragado esa especulación insaciable? Es falso decir que ha faltado previsión, no sólo no se ha detenido, sino que el rumbo hacia todo esto se ha facilitado allanando políticamente el camino.
Ya te puedes preparar. La amenaza te la dirijo a ti. ¿En que sector trabajas? Déjalo, da igual, nos afectará a todos. Los síntomas ya comienzan a aparecer, el consumo y la inversión privada son siempre los primeros que se resienten, seguidamente aumentarán los índices laborales de desempleo, se incrementarán las subastas de bienes de procedencia privada, y una desaceleración generalizada de la economía.
Ahora, el segundo se retrae, ya ha agotado su rentabilidad y nos toca colaborar frente al desplome. Deja tras de sí un panorama desolador, ha agotado todo el suelo edificable y más allá de las reservas de futuro razonables. El país, nuestra población, tiene un crecimiento limitado, y se ha edificado sobradamente para albergar a varias generaciones futuras. Hasta ayer mismo, hay despistados que aún siguen jugando a las casitas, las viviendas andaban pasando de un especulador a otro. Ahora ya son patata caliente y se va a quemar el último distraído que la aguante.
Ahora en el sector de la construcción le tocará tirar del carro nuevamente al estado, ya lo ha hecho otras muchas veces, pero esta vez será diferente, ahora ya no tenemos fondos de la Comunidad Europea para gastar, ahora cada euro que se invierta en apagar el fuego saldrá de nuestros impuestos, de nuestros bolsillos.
No se de que nos extrañamos, todo el dinero sale de nuestros bolsillos. ¿Quién sino la economía doméstica hipotecada ha sufragado esa especulación insaciable? Es falso decir que ha faltado previsión, no sólo no se ha detenido, sino que el rumbo hacia todo esto se ha facilitado allanando políticamente el camino.
Ya te puedes preparar. La amenaza te la dirijo a ti. ¿En que sector trabajas? Déjalo, da igual, nos afectará a todos. Los síntomas ya comienzan a aparecer, el consumo y la inversión privada son siempre los primeros que se resienten, seguidamente aumentarán los índices laborales de desempleo, se incrementarán las subastas de bienes de procedencia privada, y una desaceleración generalizada de la economía.
Consuélate hombre, porque ese capital español tan bien fornido y entrenado, explotará otros mercados internacionales que mantengan a unas cuantas empresas nacionales entre las más ricas y poderosas del Universo, y eso nos hará sentir un orgullo de raza indescriptible, con la que podremos vernos por encima de cualquier otra democracia como si fuésemos, en todo, los más avanzados del planeta.
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