Sobre el ancho de Via Español
Reproducimos aquí un interesante articulo sobre el origen de nuestro ancho de vía y la tesis de que el mismo no se debió a causas estratégicas como se ha dicho, sino meramente ténicas. Fuente Grijalvo. Publicado en Carrollia, número 7. Tomado de Monsacro.net
En el número 72, de marzo de 2002, de la revista Carrollia se publica un divertido artículo en el que se muestra la estrecha relación que existe entre el ancho de vía de los ferrocarriles norteamericanos: 4 pies y 8,5 pulgadas, con el ancho de la grupa de los équidos o, dicho de una manera más basta, con el ancho del culo de los caballos. José María Albaigès, editor de Carrollia, comenta, a propósito de este artículo, que "al introducirse el ferrocarril en España, se adoptó el ancho de 1,668 metros, no para aislar el país de invasiones ferroviarias, como pintorescamente se ha dicho, sino porque con esta medida se mejoraba la estabilidad del convoy".
La creencia de que nuestro ancho de vía obedece a razones estratégicas está realmente muy difundida. Veamos, si no, lo que dice al respecto la Enciclopedia Larousse bajo el epígrafe Ferrocarril: "Una Real Orden de 31 de diciembre de 1844 establecía que el ancho de vía fuese en España de 6 pies castellanos (1,67 metros); este ancho, superior al europeo, fue escogido por consideraciones militares (dificultar una posible invasión por vía férrea)".
Las opiniones están pues divididas entre la técnica y la estrategia. ¿Quién tiene razón?
He intentado aclarar este asunto y he aquí las conclusiones.
El primer ferrocarril funcionó en Inglaterra en 1830 para el transporte de mercancías y en 1836 para pasajeros. En España, la primera línea de ferrocarril, que unía Barcelona y Mataró, funcionó en 1848. Entre 1848 y 1855 se construyeron en nuestro país escasamente 500 km. de líneas férreas. En 1865 había ya 4.826 kilómetros,. impulsados por las nuevas leyes promulgadas durante el Bienio Liberal (1854-1856) que dotaban de privilegios a las compañías concesionarias. En la década de los 40 del siglo XIX se acumularon las solicitudes de licencias para la construcción de líneas ferroviarias en España, cada solicitante especificaba las características de "su" línea, por lo que los organismos rectores decidieron poner orden en el asunto, dando origen a la primera disposición legal al respecto, la Real Orden de 31 de diciembre de 1844 mencionada más arriba.
Tengo ante mí la Gaceta de Madrid del 19 de enero de 1845 en que aparece publicada dicha Real Orden. En su artículo 6º se especifica simple y lacónicamente: "Anchura de la vía ó sea distancia entre los bordes interiores de las barras, 6 pies". Con esto no salimos de dudas. Como cosa curiosa hago notar que, en la misma Gaceta, junto a la Real Orden citada, aparece un Real Decreto por el que "se indulta al mariscal de campo D. Juan Prim, conde de Reus, de la pena a que fue sentenciado por el consejo de guerra de oficiales generales".
Está claro que la Real Orden no se la sacó de la manga el Gobierno. Previamente acudió a la Dirección General de Caminos que nombró una comisión de expertos asesores. Esta comisión estaba integrada por diferentes miembros de la Escuela de Ingenieros y presidida por el director dicha escuela Juan Subercase. La comisión emitió a finales de 1844 un informe conocido como Informe Subercase. . Así pues la solución de nuestro enigma radica en dicho Informe Subercase.
En el número 190 de la Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, que edita la Universidad de Barcelona encuentro lo siguiente: "Cabe la posibilidad de que, en la determinación del ancho de vía español, existiese implícita una estrategia destinada a obstaculizar una hipotética invasión militar ante el reciente e ingrato recuerdo de la Guerra de la Independencia. Sin embargo no parece que la Comisión redactora del informe adoptara esta medida por razones de estrategia, pues no menciona en ningún momento la cuestión militar y parece que lo que prima en el informe es el factor determinante del relieve de nuestro país ante el cual se necesitan locomotoras de mayor potencia: Para este efecto conviene aumentar el ancho de las vías". A renglón seguido, el informe proporciona múltiples ejemplos de anchos de vía en diferentes países, concluyendo con la adopción del ancho de 6 pies "porque sin aumentar considerablemente los gastos permite locomotoras de dimensiones suficientes para producir en un tiempo dado la cantidad de vapor bastante para obtener una velocidad mayor que la que podía conseguirse con las vías de 4,25 pies, propuesta por una de las empresas que ha hecho proposiciones al Gobierno, y mayor también de la que podría emplearse con las de 5,17 pies que más frecuentemente se han usado hasta ahora; consiguiéndose, además, que, sin disminuir la estabilidad, se puede hacer mayor el diámetro de las ruedas, lo que conduce a aumentar la velocidad".
La velocidad del ferrocarril de Barcelona a Mataró debía andar por aquel año de 1848 en torno a los 30 Km/h. Así pues, lo más significativo del Informe Subercase es que admitía el ancho de seis pies castellanos (1,67 metros) por razones técnicas, dándose la coincidencia de que era el ancho especificado en el pliego de condiciones del proyecto de ferrocarril Madrid-Cádiz, elaborado por el francés Jucqueau Galbrun que era su concesionario. El ancho de vía español se impuso también en Portugal, Argentina, Chile y en la red principal de los ferrocarriles de la India, pese a que entonces era colonia inglesa. El ancho de vía ruso, aunque distinto del europeo, es de 1,524 m, algo inferior al español.
Creo que, con lo expuesto, se puede concluir que nuestro ancho de vía de seis pies, equivalentes a dos varas, obedece exclusivamente a razones técnicas.
En el número 72, de marzo de 2002, de la revista Carrollia se publica un divertido artículo en el que se muestra la estrecha relación que existe entre el ancho de vía de los ferrocarriles norteamericanos: 4 pies y 8,5 pulgadas, con el ancho de la grupa de los équidos o, dicho de una manera más basta, con el ancho del culo de los caballos. José María Albaigès, editor de Carrollia, comenta, a propósito de este artículo, que "al introducirse el ferrocarril en España, se adoptó el ancho de 1,668 metros, no para aislar el país de invasiones ferroviarias, como pintorescamente se ha dicho, sino porque con esta medida se mejoraba la estabilidad del convoy".
La creencia de que nuestro ancho de vía obedece a razones estratégicas está realmente muy difundida. Veamos, si no, lo que dice al respecto la Enciclopedia Larousse bajo el epígrafe Ferrocarril: "Una Real Orden de 31 de diciembre de 1844 establecía que el ancho de vía fuese en España de 6 pies castellanos (1,67 metros); este ancho, superior al europeo, fue escogido por consideraciones militares (dificultar una posible invasión por vía férrea)".
Las opiniones están pues divididas entre la técnica y la estrategia. ¿Quién tiene razón?
He intentado aclarar este asunto y he aquí las conclusiones.
El primer ferrocarril funcionó en Inglaterra en 1830 para el transporte de mercancías y en 1836 para pasajeros. En España, la primera línea de ferrocarril, que unía Barcelona y Mataró, funcionó en 1848. Entre 1848 y 1855 se construyeron en nuestro país escasamente 500 km. de líneas férreas. En 1865 había ya 4.826 kilómetros,. impulsados por las nuevas leyes promulgadas durante el Bienio Liberal (1854-1856) que dotaban de privilegios a las compañías concesionarias. En la década de los 40 del siglo XIX se acumularon las solicitudes de licencias para la construcción de líneas ferroviarias en España, cada solicitante especificaba las características de "su" línea, por lo que los organismos rectores decidieron poner orden en el asunto, dando origen a la primera disposición legal al respecto, la Real Orden de 31 de diciembre de 1844 mencionada más arriba.
Tengo ante mí la Gaceta de Madrid del 19 de enero de 1845 en que aparece publicada dicha Real Orden. En su artículo 6º se especifica simple y lacónicamente: "Anchura de la vía ó sea distancia entre los bordes interiores de las barras, 6 pies". Con esto no salimos de dudas. Como cosa curiosa hago notar que, en la misma Gaceta, junto a la Real Orden citada, aparece un Real Decreto por el que "se indulta al mariscal de campo D. Juan Prim, conde de Reus, de la pena a que fue sentenciado por el consejo de guerra de oficiales generales".
Está claro que la Real Orden no se la sacó de la manga el Gobierno. Previamente acudió a la Dirección General de Caminos que nombró una comisión de expertos asesores. Esta comisión estaba integrada por diferentes miembros de la Escuela de Ingenieros y presidida por el director dicha escuela Juan Subercase. La comisión emitió a finales de 1844 un informe conocido como Informe Subercase. . Así pues la solución de nuestro enigma radica en dicho Informe Subercase.
En el número 190 de la Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, que edita la Universidad de Barcelona encuentro lo siguiente: "Cabe la posibilidad de que, en la determinación del ancho de vía español, existiese implícita una estrategia destinada a obstaculizar una hipotética invasión militar ante el reciente e ingrato recuerdo de la Guerra de la Independencia. Sin embargo no parece que la Comisión redactora del informe adoptara esta medida por razones de estrategia, pues no menciona en ningún momento la cuestión militar y parece que lo que prima en el informe es el factor determinante del relieve de nuestro país ante el cual se necesitan locomotoras de mayor potencia: Para este efecto conviene aumentar el ancho de las vías". A renglón seguido, el informe proporciona múltiples ejemplos de anchos de vía en diferentes países, concluyendo con la adopción del ancho de 6 pies "porque sin aumentar considerablemente los gastos permite locomotoras de dimensiones suficientes para producir en un tiempo dado la cantidad de vapor bastante para obtener una velocidad mayor que la que podía conseguirse con las vías de 4,25 pies, propuesta por una de las empresas que ha hecho proposiciones al Gobierno, y mayor también de la que podría emplearse con las de 5,17 pies que más frecuentemente se han usado hasta ahora; consiguiéndose, además, que, sin disminuir la estabilidad, se puede hacer mayor el diámetro de las ruedas, lo que conduce a aumentar la velocidad".
La velocidad del ferrocarril de Barcelona a Mataró debía andar por aquel año de 1848 en torno a los 30 Km/h. Así pues, lo más significativo del Informe Subercase es que admitía el ancho de seis pies castellanos (1,67 metros) por razones técnicas, dándose la coincidencia de que era el ancho especificado en el pliego de condiciones del proyecto de ferrocarril Madrid-Cádiz, elaborado por el francés Jucqueau Galbrun que era su concesionario. El ancho de vía español se impuso también en Portugal, Argentina, Chile y en la red principal de los ferrocarriles de la India, pese a que entonces era colonia inglesa. El ancho de vía ruso, aunque distinto del europeo, es de 1,524 m, algo inferior al español.
Creo que, con lo expuesto, se puede concluir que nuestro ancho de vía de seis pies, equivalentes a dos varas, obedece exclusivamente a razones técnicas.
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